La crisis de semiconductores carece de una solución rápida, ya que se requiere tiempo y grandes gastos de capital para construir nueva capacidad de producción, algo que los fabricantes no pueden hacer de la noche a la mañana.

Por eso, los gobiernos de diferentes países están empezando a realizar fuertes inversiones para acelerar el proceso y, a su vez, mejorar su posición en una industria muy importante para el futuro de la economía.

El ejemplo más está claro en las grandes potencias como Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón o Taiwán, pero otras regiones donde la industria es minoritaria, como Europa, también están tratando de ampliar la capacidad de producción local mediante inversiones en la industria de chips.

La Unión Europea se encuentra a años luz de distancia en lo que respecta al desarrollo de su propia industria de semiconductores, pero la Comisión quiere impulsar el desarrollo de nueva capacidad de producción en ciertas áreas clave, como es la supercomputación, los chips para la industria automotriz, que en Europa tiene mucho peso, y otras tecnologías emergentes.

La SIA destaca los actuales planes de estímulo, que aportarán 35.000 millones de euros para el desarrollo de capacidad europea de fabricación de chips. Y la iniciativa llamada “brújula digital 2030”, que pretende que Europa aumente su participación en la fabricación mundial de chips del 10% actual al 20% para 2030, un objetivo muy ambicioso.

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